Hijo de Ricardo y Renée, ambos actores, Ricardo Darín se subió por vez primera a un escenario en compañía de sus progenitores a los 10 años. Por aquel entonces ya había decidido seguir los pasos familiares y a los 16 años comenzó a trabajar regularmente en televisión, triunfando como galán en varias telenovelas. Miembro destacado de los «galancitos», un grupo de actores televisivos que arrasaron en los 80 trasladando sus éxitos catódicos al escenario, Darín se convierte en una estrella a la vez que el cine comienza a prestarle la debida atención. Perdido por perdido en 1993 es su primer éxito en la gran pantalla. Será, no obstante, a partir de 1999, que Darín se convierta en uno de los actores latinoamericanos más solicitados y admirados gracias al éxito internacional consecutivo de El mismo amor, la misma lluvia, Nueve reinas y El hijo de la novia.
Referente número uno del cine argentino, sigue acumulando méritos en Kamchatka, Luna de Avellaneda o El aura. En 2007 debuta en el cine español a las órdenes de José Luis Cuerda con La educación de las hadas. Dos años después repite experiencia con Fernando Trueba en El baile de la victoria. En el camino su debut como director en 2007 con el thriller policíaco La señal. La experiencia se revela enormemente satisfactoria, pero Darín opta por volver al otro lado de la cámara para seguir sentando cátedra en filmes argentinos como El secreto de sus ojos, por la que logra una candidatura al Goya, Carancho, Un cuento chino, que le proporciona el premio al mejor actor de la academia de cine argentino, Relatos salvajes, Capitán Koblic, Nieve negra, La cordillera, El amor menos pensado o La odisea de los giles, así como españoles como Una pistola en cada mano, Séptimo, Truman (que le da, a la tercera, el Goya a Mejor actor) y Todos lo sabe